Ukelele, tabla de lavar, caja china, castañuelas, bongo, voz, composición y mezcla: Marta de la Fuente
Batería: Jose L. Rodríguez
Este año ha abierto un tanto curiosón en algún que otro aspecto, de ahí que haya dedicado mucho tiempo a caminar junto y sentarme frente al mar. Y en consonancia con este recogimiento la producción de esta canción ha sido muy autárquica. Le pedí a Jose un ritmo de batería muy concreto y repetitivo y poco después cuando ya tuve el proyecto prácticamente entero montado le di la sorpresa, porque él no sabía muy bien para qué había grabado aquello. (Cuando me pongo así de misteriosa a Jose le da por decir que parezco una rusa contratándole para la construcción de una parte de una bomba nuclear).
Lo que sí, Jose me dio una muy buena idea en este estadio final: que aunque la canción ya tuviera montada una línea de voz grave (lo que se me oye diciendo pam-pam) a él la canción le pedía una línea más de sonidos graves sostenidos. Ofreció su bajo pero a pesar de que la idea me pareció muy pero que muy acertada, opté por hacerla por mi cuenta usando la voz, porque realmente la premisa de esta canción es completamente rudimentaria: “Pongamos que estamos en una isla sin electricidad, ¿a qué sonaría?” Por tanto, la voz de negro zumbón que escucháis de fondo marcando los bajos soy yo, pero claro, en este caso excepcional, he grabado la voz muy aguda y la he bajado una octava (la he dejado aposta intuida hacia el final de la canción), porque aunque de forma natural llegaba a las notas, en las más graves perdía la consistencia necesaria. Así que así es como sonaba yo en mi vida negrata pasada y así es como suena ahora esta baladita isleña.
En cuanto al proyecto visual, abro este año enlazando con la idea del último proyecto del año pasado: Tener acceso a los ojos de alguien. Incluso, hoy voy más allá. A la mente de alguien. No hablo de inteligencia artificial ni de ocultismo, sino de empatía. (Simular)-tener acceso a la mente de alguien da una visión más rica de la nuestra propia y, claro, del mundo. Por eso con esta obra he querido crear más que un vídeo o una canción un espacio mental. Que hasta cierto punto es el mío pero también puede ser el vuestro.
Sigo desarrollando.
A través del arte pero también por medio de cualquier otra publicación, una misma conversación, extendemos una estrecha bienvenida al orden (o al caos) interno de la mente de otro humano. Podemos conocer un poco al artista a través de su obra o al amigo a través de su confidencia, y es lo que nos quedará de ellos cuando ya no estén; pero qué pasa con todos los miles de millones de pequeños de pensamientos que se cruzan por nuestra mente y que no compartimos con nadie, de los que no se deja constancia, de los más mundanos a los más elevados, ¿a dónde van? ¿Qué pasa con su energía? ¿Cómo se guardará su registro? ¡Eso, amigo Jose, es misterio y no los secretos de guerra!
Apelando a todo lo expuesto, este proyecto rinde homenaje a la cajita de música que nos suena por dentro las veinticuatro horas y a los haces fugaces que la bañan y que bañan nuestros días; y lo quiero además plantear como una meditación, durante la cual mientras contempléis este mar y penséis en lo que penséis, toméis nota mental de aquellas ideas que han visitado vuestra mente en estos 3 minutos 47 segundos. Puede que a algunas sea la última vez que las “veáis”, así que mejor guiñarles el ojo.
Ale. Feliz día tengan ustedes.
Негізгі бет A Chant from the Shore
Пікірлер