Tres reflexiones derivadas de la obra ¡Ah Soledad!
Uno. ¡Ah Soledad! es la única comedia del dramaturgo estadounidense Eugene O´Neil que escribió alrededor de cincuenta obras -la mayoría con una visión trágica y cruda sobre la vida, es por eso que es de llamar la atención la singularidad de esta pequeña comedia romántica. Escrita en 1922 y ambientada en 1906, Connecticut, Estados Unidos, ¡Ah Soledad! es una historia sobre la llegada a la madurez, sobre la transición entre la niñez a la edad adulta; sobre ese estadio al que llamamos adolescencia.
Dos. La traducción del título original de la obra de Ah, Wilderness! a ¡Ah Soledad! es interesante. Si bien el título en inglés, creo, hace alusión a ese sentimiento de lo “silvestre”o lo “salvaje” de las primeras pulsiones del adolescente enamorado, el título en español nos remite más a la sensación de vacío y ausencia que deja el no poder satisfacer esas pulsiones. Ante la imposibilidad del objeto amado, quedamos víctimas de ese profundo e inextricable sentimiento de soledad, sobre todo, cuando se trata del primer amor.
Tres. Hay dos palabras que contínuamente se confunden tanto en uso como en ortografía: adolecente y adolescente. La palabra adolescencia deriva del latín Adolescens “joven” y Adolescere “crecer”; el adolescente es el joven que crece. El verbo adolecer (que no tiene nada que ver ni con joven ni con crecer) contiene la raíz “dolor” y los complementos que le acompañan deben ser un defecto, un vicio, una dolencia o algo que se considere malo. Así pues, una definición incorrecta, sin duda para la acedemia, pero más precisa sería: adolescente es el que crece a pesar de los dolores. De tal suerte, que mientras sigamos creciendo, a pesar de los dolores que ello conlleve, seguiremos siendo adolescentes.
Dirección
Jorge Gidi
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