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¿Cómo Manejar El Fracaso?
Vivimos en la sociedad del éxito, donde se dice que lo importante es “participar”, pero sólo se festeja a quien gana y alcanza el primer puesto. Así que el discurso un tanto disímil es que al final no está permitido fallar, esto será “castigado”.
Fallar es parte de un desarrollo más grande, es un escalón más de un proceso, al que le puede seguir un escalón de éxito, triunfo, u otro más donde aún las cosas no salen como esperamos. Para culminar lo que deseamos, siempre es de a pasos pequeños, y esos pasos pueden ser a veces un poco errantes. A veces parece ser más notorio el fallo porque el objetivo es muy buscado, pero en lo cotidiano siempre ha estado el ensayo error, como cuando aprendimos a caminar, a escribir, a leer, hasta para atarnos los cordones. El fracaso permite aprender, no es usual que las cosas salgan bien desde el inicio y siempre, permite ver dónde hicimos las cosas mal, para así mejorarlas, aumenta nuestra capacidad de resiliencia (salir fortalecida de eventos negativos). Esto lleva a tener más flexibilidad cognitiva, para encontrar un plan B, una solución.
Aprendemos porque no se parte desde cero, sino desde la experiencia.
Dado que errar genera emociones displacenteras, es relevante validarlas y aceptarlas, no evitarlas ni evadirlas, porque eso nos estanca, nos detiene.
Para esto podemos hacer un ejercicio de mindfulness enfocado en las emociones.
Mindfulness En Las Emociones
-Hacemos un pequeño barrido corporal de pies a cabeza.
-Llevamos a la atención a la respiración.
-Llevamos la atención a los sentimientos y nos preguntamos por nuestro “paisaje emocional”. Cómo está ese paisaje, ¿tranquilo y en paz? ¿aburrido? ¿agitado? ¿hay sentimientos de decepción? ¿tristeza? ¿frustración? ¿vergüenza? ¿ansiedad? ¿miedo? ¿culpa? ¿desesperanza? ¿alivio? ¿neutralidad?
Intentamos reconocer el trasfondo emocional.
Registramos la emoción predominante.
Si un sentimiento es muy intenso que lleva la atención al mismo lo convertimos en el objeto de la meditación, le ponemos un nombre, una etiqueta. Luego intentamos situar la emoción en el cuerpo ¿qué sensación física la acompaña?
Vamos a quedarnos con ese sentimiento de una forma tranquila y relajada, para ayudar a que sea de esa forma observamos sin luchar, sin reaccionar, sin juzgar.
Volvemos a llevar la atención a la respiración.
Después de la práctica, es útil reflexionar brevemente sobre nuestra experiencia. Podemos preguntarnos:
¿Qué emociones notamos durante la práctica?
¿Cómo fue la experiencia de aceptar las emociones sin juzgarlas?
¿Notamos algún cambio en las emociones durante la práctica?
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Registrar nuestros pensamientos, emociones y las cosas que hacemos tras el “fracaso” porque esto nos permite ver cómo son esos pensamientos que vienen de manera automática a nuestra mente si tienen un sentido o si hay alguna alternativa más adaptativa.
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También es importante entender que nosotras no somos ni nuestros pensamientos, emociones, ni lo que nos pasa, nosotras no somos nuestros fracasos.
Es importante entender que hay muchas cosas que se salen de nuestro control, porque el mismo es ilusorio, sólo podemos responsabilizarnos de nuestras acciones y no de todo lo demás. Y otro lugar donde no hay que poner el foco es en una misma y no en todo lo que puedan opinar las demás personas o creemos que puedan pensar o decir los-as otros-as.
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