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Sin embargo, el único que podía ostentar la diadema de oro y turquesa denominada copilli, era el tlatoani o jefe, a quien nadie podía mirar a los ojos, en señal de respeto. Algunos trajes eran manufacturados para usarse solamente en determinadas ocasiones. Los sacerdotes se vestían de acuerdo con la actividad religiosa que desempeñaban; llevaban los cabellos largos anudados por la espalda con un cordel de algodón.
Uno de estos relatos está asociado a Copil Tlaciuhque de Tezcaltepetl “el adivino que posee la corona del cerro de los espejos”, quien era considerado como un gran sabio guerrero.
Se dice que él era hijo de Malinalxochitl “la hierba florecida”, considerada como un símbolo de la sabiduría femenina.
Los abuelos decían que Copilli cuando murió en batalla arrojaron su corazón a un Tular en Malinalco, el centro iniciático de los grandes guerreros, y de ahí floreció la esencia que lo reúne con su madre. Del mismo lugar emanó un nopal que tiene como frutos a las tunas rojas que representan al corazón florido que alimenta a los guerreros.
Copilli se inmortalizó y su florecimiento se le ve cada vez que el padre Sol se fusiona con la Madre Tierra en el atardecer, formando una corona que adorna la bóveda celeste, reconciliando los opuestos complementarios.
Copilli que del náhuatl significa “corona” es un elemento filosófico que hace referencia a la conciencia florecida.
Antiguamente quienes portaban un copilli o corona de plumas de quetzal eran aquellos que poseían un Sol radiante en su interior y lo hacían brillar con las flores y los cantos, que son los pensamientos y las intenciones que emanan de la conciencia.
El copilli estaba destinado para aquellos guerreros que tenían la capacidad de comprender la naturaleza terrenal y la propiedad cósmica, para aquellos capaces de fusionar la materia con el espíritu.
Nuestros ancestros nos enseñaron que estar vivos sobre la tierra tiene un propósito: desarrollar el plumaje que nos posibilite elevar nuestro Ser, nuestro espíritu. La vida tiene como propósito hacer que el Sol que mora en nuestro interior brille para no andar a ciegas en el camino.
Al disponernos a ser guerreros del espíritu, al hacer nuestro mejor intento de perfeccionarnos, al tratar de ser impecables, se aviva al Sol, se aviva el fuego que mora en nuestro interior rodeándonos de un hermoso Copilli que abraza a los seres que nos rodean.
Copilli que del náhuatl significa “corona” es un elemento filosófico que hace referencia a la conciencia florecida.
Antiguamente quienes portaban un copilli o corona de plumas de quetzal eran aquellos que poseían un Sol radiante en su interior y lo hacían brillar con las flores y los cantos, que son los pensamientos y las intenciones que emanan de la conciencia.
El copilli estaba destinado para aquellos guerreros que tenían la capacidad de comprender la naturaleza terrenal y la propiedad cósmica, para aquellos capaces de fusionar la materia con el espíritu.
Nuestros ancestros nos enseñaron que estar vivos sobre la tierra tiene un propósito: desarrollar el plumaje que nos posibilite elevar nuestro Ser, nuestro espíritu. La vida tiene como propósito hacer que el Sol que mora en nuestro interior brille para no andar a ciegas en el camino.
Al disponernos a ser guerreros del espíritu, al hacer nuestro mejor intento de perfeccionarnos, al tratar de ser impecables, se aviva al Sol, se aviva el fuego que mora en nuestro interior rodeándonos de un hermoso Copilli que abraza a los seres que nos rodean
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