Cuánto deseo que la humanidad entera compartiera, al pie de la cruz, los sufrimientos de mi Hijo Jesús, porque son muchos los hombres que hieren su Sagrado Cuerpo con el pecado.
Mi Inmaculado Corazón conservó la serenidad en cada una de las etapas de mi vida, aún, en
las escenas más dolorosas de la Sagrada Pasión de mi Hijo Jesús.
Негізгі бет Día 18. Sólo os queda orar y reparar | Virtud de la serenidad
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