En el año 281 a.C. y se avecinaba el último gran enfrentamiento de los Sucesores. En Corupedio, en Lidia, dos reyes envejecidos y curtidos en mil batallas dirigieron sus ejércitos por última vez.
Aunque en su día fueron aliados indispensables, la rivalidad inherente y la insaciable sed de más poder habían ido erosionando su amistad. En el 281 a.C., sólo quedaba una vía que les permitiría resolver sus diferencias: ¡La guerra!
Habían pasado casi 40 años desde que Alejandro Magno expiró, el gran conquistador, había forjado uno de los mayores imperios que el mundo había visto hasta entonces. Sin embargo, en el 285 a.C., su imperio tenía un aspecto muy diferente.
Se llama diádocos (del griego antiguo διάδοχοι, ‘sucesores’, de διά diá, ‘por’ y δέχομαι dékhomai, ‘recibir’) a los antiguos generales de Alejandro Magno y los hijos de los generales (llamados epígonos, ἐπίγονοι) que a su inesperada muerte en el 323 a. C. se repartieron su imperio, disputándose el poder y la hegemonía sobre sus colegas con diversos pactos y seis guerras que duraron casi cincuenta años. A continuación se estableció un sistema político que hasta el inicio del Imperio romano en el Mediterráneo oriental a principios del siglo II a. C. proporcionó el marco del desarrollo cultural helenístico.
Los términos «diádoco» y «epígono» fueron acuñados por el historiador Johann Gustav Droysen, quien llamó a los generales que se disputaron el poder justo tras la muerte de Alejandro «diádocos», siendo los «epígonos» las siguientes generaciones de reyes helenísticos.1
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Негізгі бет El fin de las guerras de Diádocos o Sucesores de Alejandro Magno y el ascenso de los Epígonos
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