Parte número 3 de la biografía completa del Gran Mariscal Don José de La Mar, un verdadero patriota que lamentablemente ha sido ignorado por nuestros libros de historia.
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El Mariscal Don José de La Mar fue un gran patriota peruano, nacido en Cuenca, que pertenecía entonces al virreinato de Nueva Granada, pero nunca considerandose parte del invento de Bolívar llamado Gran Colombia, mucho menos ecuatoriano, ya que el Ecuador como nación no existía en ese entonces. En la batalla del Portete de Tarqui, como ya lo hemos explicado, jamás fue derrotado, sufrio el revéz de la vanguardia de su ejército, pero cuando a todo el ejército peruano frente a frente con el ejército Colombiano, estos últimos nunca presentaron batalla y por el contrario solicitaron iniciar un dialógo para el cese del fuego. A la luz de los hechos, sabemos como Sucre magnificó la trascendencia de este hecho, no solo para glorificarse sino además para desacreditar internacionalmente a La Mar, así también podemos entender como Gamarra aprovechó oportunamente esto para hacerlo aparecer como una derrota tal que decidía los destinos de la guerra con Colombia, guerra que como sabemos él no quería. Dándole también excusas para inmovilizar parte del Ejercito, animar a su gente en Lima para propiciar un golpe militar traicionero y antinacional, tomar el poder y pactar un tratado de paz renunciando al puerto peruano de Guayaquil, que fue tomado heróicamente por nuestro ejército y marina de guerra.
El Mariscal La Mar reinvindicó siempre su condición de peruano, naturaleza que fue amparada por las mismas leyes de la reciente república. Y fue al Perú al que sirvió, no solo como presidente sino también como soldado, jamás se llamó así mismo grancolombiano, ni cosa que se le parezca, porque La Mar entendió que esa nacionalidad era un caprichoso invento de Bolívar, del cual luego nacería el Ecuador, es por eso que que se le enfrentó, no para liberar al Ecuador, ya que como nación aún no existía, sino para incorporar Guayaquil, Cuenca y todos esos territorios al seno de la nación peruana, con los que siempre hemos estado unidos desde tiempos inmemoriables. La Mar lo entendía así, sabía que eramos y somos lo mismo, y así también lo entendieron los habitantes de esas regiones, los cuales apoyaron a La Mar, como en el glorioso pueblo de Saraguro que en un sanguinario acto fuera incendiado por las tropas colombianas, solo en venganza por haber apoyado a sus hermanos peruanos.
La Mar nunca aceptó que mutilaran a su tierra, hoy actual Ecuador, y la arrancaran del Perú para anexarla a un experimento de país creado por un extranjero. Lamentablemente la historia la escriben los que al final se quedan en el poder, y la historia le ha pagado mal a este ilustre patriota, considerado como un traicionero por muchos ecuatorianos y prácticamente ignorado y olvidado por la historia peruana que con personajes que llegaron luego de él, como Gamarra, se encargaron de borrarlo de los libros y las crónicas. El Mariscal La Mar no solo pretendió reunificar nuestros territorios, sino que a la vez acabó con las intenciones de Bolívar de anexar las provincias peruanas de Tumbres, Jaén y Maynas a la Gran Colombia, y que luego, por culpa de esta confusión, ese reclamo sería asumido por los hermanos ecuatorianos.
Por eso instamos a los peruanos, y a los hermanos ecuatorianos a que revaloremos a este personaje que nos quizo ver juntos, como una sola gran nación, un personaje que por razones de la historia compartimos, y que por ironías del destino murió en 1830, año en el luego de separarse del invento llamado Gran Colombia nacía Ecuador.
Exhortamos a los peruanos a averiguar más acerca de este ilustre personaje, y a sacarlo del olvido y la ingratitud de la que ha sido victima por parte de sus mismos compatriotas. Es hora de reconocer a aquellos que realmente dieron todo de sí por nuestra patria y dejar de considerar ídolos a personajes tan oscuros que si bien es cierto fueron heroes en sus países, en el Perú se comportaron de la peor manera, jugando siempre en contra de los intereses nacionales.
Don José de La Mar, Cuencano de nacimiento, por sus actos y por voluntad propia fue un distinguido peruano, y a pesar de haber muerto fuera de su patria, hoy sus restos reposan en la tierra que tanto quizo, y a la que tantas veces declaró su amor y respeto, como aquella vez en la ceremonia del juramento de la nueva Constitución, ocho meses después de haber iniciado su nuevo gobierno, en el cual manifestó ser “el peruano más feliz y altamente recompensado”. ¡Honor y Gloria al insigne Don José de La Mar y Cortázar!
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