La Gavia: historia de la transformación de una hacienda
Guzmán Urbiola, Xavier (2003), La Gavia. Una hacienda en el centro de la historia, Promotora La Gavia, México, 159 pp.
La Gavia. Una hacienda en el centro de la historia es el nombre del libro de Xavier Guzmán que se dio a conocer en el invierno de 2003. Está organizado en tres capítulos a los cuales tituló: La descripción cronológica tradicional; la producción, los intereses, el dinero y los mercados, 1799-1933 y Del mundo de la Gavia y de la Gavia al mundo, más las conclusiones. Lleva un prólogo de Josefina Zoraida Vázquez del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, quien resalta la importancia de los estudios de caso en la microhistoria de México, y la pluma ágil y agradable prosa de Xavier Guzmán. Todo esto nos motiva a los historiadores regionales para seguir en nuestro quehacer histórico de búsqueda de datos y documentos que permitan percibir los cambios que nos llevan a contextos históricos nacionales e internacionales en el devenir de la historia, y particularmente, como afirma J.Z. Vázquez, el importante fenómeno de la transformación de las haciendas, una institución importante en la vida mexicana.
El primer capítulo lo subdivide en dos apartados: el primero habla de los pueblos indígenas, como constructores materiales del lugar y el segundo relata la formación de la hacienda, sus propietarios y constructores físicos. Cabe destacar las descripciones que el autor hace de los matlatzincas, a los que califica como pueblo principal de la zona; a los mazahuas que se sabe tan poco de ellos y a los otomíes que fueron los más numerosos, lo que da por resultado la multietnicidad del valle de Toluca. Esta diversidad cultural aún se percibe en la zona geográfica de la hacienda de La Gavia, y trae aparejado patrones de conducta, modos de vida y tradiciones afines y distintas a la vez.
En la segunda parte, el autor aclara que el nombre verdadero de la hacienda es ‘Nuestra Señora de la Candelaria’, y fue hasta 1663 cuando se acuñó el nombre de ‘La Gavia’ por José Sámano, quien nunca poseyó la hacienda, pero la bautizó con este nombre cuando vieron un plano de la propiedad y se comentó que el contorno tenía la forma de la vela mayor de los navíos, llamada precisamente gavia (p. 40). La historia de este lugar se inicia en 1539, al recibir el encomendero Alonso de Ávila una merced para ganado mayor “en los términos del pueblo de Tlalchichipa” (p. 31), entre los poblados actuales de Toluca, Zinacantepec y Almoloya de Juárez. Merced que en 1549 cambió un par de ‘encomiendas’ en Chilchota, Valladolid y en Tonalá Juan de Sámano Medinilla con Alonso de Ávila. Este intercambio fue hecho fuera de la ley: recordemos aquello de “obedézcase pero no se cumpla”. El hecho fue que una de las familias más representativas del valle de Toluca, los Sámano, conservaron y ampliaron la hacienda hasta inicios del siglo xviii, a través de matrimonios ventajosos como fue el Juan de Sámano Castrejón con Beatriz de Turcios, quien aportó el rancho de Turcios, posteriormente se incorporó el rancho de Arbayo, las haciendas de San Pedro, Soyacantla, la Cercada, Tejalpa, Acatitlán y la Huerta, así como los pueblos de Amanalco, el Rincón, San Mateo, San Bartolo, San Francisco y las llamadas “tierras de La Peña”. Así se formó un gran latifundio que comprendió 1,500 caballerías, o sea casi 65 mil hectáreas.
La propiedad fue pasando de un dueño a otro: en 1708 la viuda de Carlos de Sámano Salamanca, Benita Cesatti del Castello, “la puso en pregón” o sea la anunció para su venta, y el comprador fue Pedro Ximénez de los Cobos, un hombre influyente de la ciudad de México, quien únicamente la poseyó por nueve años. Aquel fue un tiempo difícil, sobre todo porque los pueblos campesinos de Temascaltepec y Texcaltitlán interpusieron derechos de propiedad, por falta de definición de los linderos. Otro litigio importante fue el que sostuvo con la Compañía de Jesús, quienes habían rentado al pueblo de Texcaltitlán un sitio llamado Atescapan y que pertenecía a La Gavia. El pleito se prolongó por años, así que el dueño decidió vender la hacienda en 1717 a los Jesuitas, quienes a su vez anexaron las tierras que poseían, formándose una propiedad descomunal que para fines del siglo xviii comprendió casi 136 mil hectáreas.
Así La Gavia fue dueña de la mitad del poniente del Nevado de Toluca: incluía Suchitepec, Villa Victoria, Valle de Bravo, Temascaltepec, Texcaltitlán, Sultepec, Tenancingo, Tenango y, dando la vuelta, bordeaba Zinacantepec y Almolya de Juárez (pág. 43). Fue un lugar muy productivo que en 1767 se vino abajo al ser expulsados los Jesuitas de la Nueva España y pasar la propiedad a la llamada Junta de Temporalidades, quien administró los bienes de la Compañía.
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