Las estructuras de tus ciudades arden ahora entregadas a las llamas, los cimientos perfectamente planeados sobre suelos turbulentos que el tiempo ha ido desvaneciendo, mostrándose como consecuencia de tus decisiones deliveradas. El constante latido del reloj marcando la pauta; la ficción tras la vida que tanto te costó elegir, el deseo permanente de materializar el ego, la justificación absurda tras la derrota y cada intento por ir encima de los demás artefactos. Confiaste en el tiempo como base de tu progreso; fuiste arquitecto de la farsa que creíste por destino, fuiste parte del engranaje... No te preocupes; al final las piezas se dividirán, el concreto se agrietara y la muerte vendrá con el tiempo.
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