´Juntos hasta la muerte´… Oeste inolvidable y febril
Por José Luis Vázquez
Ocho años después de ese clasicazo incontestable del cine más que negro (su fotografía en blanco y negro lóbrega es deudora del mismo, alternada eso sí con exteriores fatalistamente luminosos) más bien de gángsters que es “El último refugio”, el cual supondría por una parte uno de los cantos de cisne o crepúsculos también reinicio o reseteo respecto al procedente de la década de los 30 y, a la vez, el lanzamiento definitivo como estrella de primera magnitud de su protagonista Humprey Bogart, idéntico director, Raoul Walsh, pero en clave western y con cambios puntuales (la supresión del perro o la manera que tiene de abandonar la cárcel el forajido Wes McQueen, entre otros), llevaría a cabo un “remake” que ha acabado erigiéndose en uno de los grandes referentes en los 40 del género de pistolas y del romanticismo más desesperado, esto último gracias a un final que bien se puede considerar a la misma altura que el de la mítica “Duelo al sol”. Esas manos entrelazadas…
En el tránsito de ambientes y adscripciones no solo no se aprecia flaqueza alguna, sino que potencia alguno de sus elementos más vigorosos, tensos, sensuales o incluso escépticos, determinado esto último por ese epílogo que apela a ilusos pero arrebatados soñadores siquiera por unos instantes.
Junto al protagonista Joel McCrea (algún día se le hará la justicia que merece), luce radiante y espléndida la estrásbica Virginia Mayo, a la que el technicolor le sentaba de rechupete, pero el blanco y negro de esta ocasión no hace asco alguno resaltando su enorme talento y belleza.
Por cierto, “Colorado territory”, ese es su título original, juega a la vez con el itinerario físico y moral, sentimental y con el nombre de la chica.
El momento culminante de ambos en la necrópolis de la Ciudad de la Luna y alrededores rocosos, resulta de los más inolvidables de la historia del Séptimo Arte.
Pero toda la película es un ejercicio narrativo mayúsculo llevado a cabo uno de los cineastas más grandes que hayan alumbrado jamás, el tuerto, vitalista sin casi rival posible (Huston, Hawks y Ford tal vez) y para mí imprescindible Raoul Walsh.
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