LA ALCAZABA DE REINA
La alcazaba de Reina se encuentra situada en un cerro en lo alto de la localidad de la Campiña Sur. Desde lejos destaca la silueta de esta poderosa alcazaba recortándose sobre el horizonte como hito evocador de la pasada grandeza de Reina. El recinto murado tenía 14 torres albarranas y defendía a otro recinto interior del que sólo quedan escasos restos. De entre sus torres destaca la del Homenaje. Se conservan varios aljibes, similares algunos de ellos a los de Cáceres y Medellín. La cerca que se conserva es de la época almohade (siglo XII).
El rey Alfonso IX tomó este lugar en 1185, aunque le duró únicamente una década. En 1195 pasó nuevamente a manos de los almohades, tras la batalla de Alarcos. A partir de aquí y de la mano de Yacub ben Yusuf, comenzó un profundo cambio para convertirse en la alcazaba y una gran cerca alrededor.
En el año 1246 vuelve a dominios cristianos. La localidad y su castillo llegaron a formar parte de la Orden de Santiago, donada por el rey Fernando III, aunque posteriormente fueron abandonados en algún momento del siglo XVII o principios del XVIII. En este momento, a partir del siglo XIII, Reina se convirtió en una de las Encomiendas de mayor importancia de toda la provincia.
A muy poca distancia se encuentra la ciudad romana de Regina, de la que se puede visitar su magnífico teatro.
En el interior de la alcazaba de Reina aún permanece la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves. Fue construida en el siglo XV y en la actualidad es la patrona de la localidad de Reina. Sufrió un incendio en la década de 1960 y tuvo que ser reformada, de ahí el aspecto moderno y muy bien conservado que se aprecia ahora.
LA LEYENDA DEL REY MORO JAYÓN
En tiempos de los reinos taifas habitaban por Sierra Morena el rey moro Jayón, que era ciego y su hija la Princesa Erminda. Un buen día la princesa se encontraba jugando junto a una fuente y se le apareció la Virgen María, en forma de una joven doncella, sobre la copa de una encina. Erminda asustada no se acercó, pero esta aparición volvió a repetirse día tras días, hasta que en una ocasión vio brillar sobre la cabeza de la jovencita una aureola destellante.
Entonces Erminda ya intrigada se acercó y le preguntó:
- ¿Quién eres?
- La Virgen María, -le contestó la jovencita-.
- Pues entonces, si eres la Virgen de los cristianos. ¿Podrías devolverle la vista a mi padre?.
- Lo haré, a cambio sólo os pediré una cosa: convertíos al cristianismo.
Erminda le contó lo sucedido a su padre y tras mucho suplicar, ya que deseaba que su padre volviera a ser el que era cuando podía ver, logró convencerlo para que se convirtieran a la fe de Cristo. Entonces cuando el rey Jayón se bautizó recobró la vista.
En agradecimiento comenzó a levantar una capilla en su honor en un lugar muy cercano, donde hoy figura una cruz de hierro; pero lo que construían durante el día, por la noche se derrumbaba. Así, el rey empezó a tener miedo y trató de huir del lugar, pero al intentar atravesar la Ribera del Ara, el agua se lo impidió y la virgen se le apareció.
Habló con ella y esta le dijo que la ermita que estaba construyendo se le derrumbaba porque no la hacía en el lugar que Ella deseaba. Es decir, en la encina donde se le apareció por primera vez. Así pues, se levantó la ermita en el lugar en el que hoy existe, y se dice que la encina se cortaba y volvía a retoñecer.
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Негізгі бет La Alcazaba de Reina. Un día ventoso de otoño por el sur de Badajoz.
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