El otro día, en uno de esos restaurantes modernos, me topé con un espectáculo dantesco. Un tipo con el pelo largo, digno de un anuncio de champú, y una barba de tres días que parecía un nido de arañitas, más bien un ecosistema autónomo, estaba preparando una salsa brava. ¡Todo un cuadro! Con una indiferencia que raya en lo sublime, el cucharón, ahora adornado con una ligera capa de saliva, regresó a la sartén. ¡Oh, la poesía de la cocina moderna! La salsa, un torrente de sabores que combina lo picante, lo umami y... un toque de baba. Los comensales, esos pobres seres ignorantes del arte que se despliega en la cocina, nunca sabrán del pequeño "extra" que hace tan especial a la salsa brava de este cocinero. Lo peor no era su aspecto, sino su falta de higiene. El hombre, con toda la naturalidad del mundo, metió el cucharón en la sartén hirviendo, cogió un poco de salsa, la probó con fruición y luego, ¡oh, horror!, volvió a meter el cucharón en la sartén con su baba colgando. ¡Qué asco! En un mundo donde los programas de cocina nos han enseñado a lavarnos las manos como si nos estuviéramos preparando para una cirugía, nuestro cocinero desafía todas las expectativas. En un rincón del mundo, en Japón, los cocineros, con sus cuchillos afilados y su precisión quirúrgica, observarían con horror y fascinación esta demostración de desprecio por la higiene. En el país del sol naciente, donde la pureza es tan importante que hasta los cuchillos se afilan ceremoniosamente, nuestro héroe no sería contratado ni para pelar un pepino. Pero, en nuestro rincón del mundo, él sigue, impertérrito, fiel a sus principios de "sabor antes que higiene". ¿Qué importa un poco de baba si la salsa es deliciosa? ¿Qué importa si algunos cabellos caen en el plato si añaden una textura única? La verdadera magia de la cocina, al parecer, radica en la capacidad de sorprender a los comensales con ingredientes inesperados. ¡No me digan que no da asco! ¿Cómo se puede permitir que un individuo así prepare comida? ¡Es una falta de respeto a los comensales! ¿Qué dirían en Japón, donde la higiene es sagrada? ¡Lo echarían a patadas! Y no solo eso, el tipo tenía el pelo suelto, sin ningún gorro que lo recogiera. ¡Un peligro para la salud pública! ¿Y si un pelo termina en la sopa? ¡Sería un escándalo! ¡Con pasión, baba, barba y pelos largos! No sé qué ha pasado con los cocineros de antes, esos señores impecables que trataban la cocina con respeto. Ahora parece que cualquiera puede ponerse un delantal y ponerse a cocinar, sin importar la higiene ni la profesionalidad. ¡Ay, amigos míos! ¡Qué tiempos nos han tocado! Recemos para que la cordura vuelva a las cocinas y que los cocineros peludos desaparezcan de una vez por todas. ¡Por el bien de la gastronomía y de nuestros estómagos! Ni en Japón, donde la cocina es considerada una forma de meditación y los chefs son venerados como verdaderos maestros, contratarían a nuestro querido cocinero. Y es que, aunque la cocina japonesa es conocida por sus sabores únicos y exóticos, dudo mucho que estén dispuestos a añadir "baba de cocinero" a su lista de ingredientes. ¡Pero si al menos alguien quisiera contratarlo! ¡Si al menos alguien quisiera probar su salsa brava! ¡Si al menos alguien quisiera disfrutar del show más divertido que has visto en tu vida! ¡Pues yo, por mi parte, no me lo pensaría dos veces! ¡Lo contrataría enseguida para hacer la salsa brava en mi próxima fiesta de cumpleaños! ¡Lo contrataría para hacerme reír y llorar a la vez!
@yolandavaras5669
2 ай бұрын
Chupetazo y a la sartén!😢
@molinatatamames
2 ай бұрын
Que que me ha parecido pues que te as coronaoooo
@amparoayuso2279
26 күн бұрын
Juan Manuel deja de criticar a Miguel y se mejor persona
Пікірлер: 4