En nuestro ser habita la plenitud de Dios, y nos debatimos entre el viejo y el nuevo hombre, sin embargo como en un vaso con agua y aceite, la santidad de Dios siempre permanece limpia, sin mezclarse con nuestros pecados y errores, es por eso que podemos levantar la mirada al cielo y ser escuchados y vueltos al lugar que el Señor tiene para nosotros, el sacrificio fue hecho, el precio pagado. De eso se trata esta canción.
Letra: José Enrique Jiménez
Música: Cortesía de Suno.AI
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