“Te llevaré Moguer a todos los lugares y a todos los tiempos, serás por mí, pobre pueblo mío, a despecho de los logreros, inmortal”.
Sentimientos de Juan Ramón Jiménez, poeta universal, premio Nobel de Literatura, que nació en este pueblo, en la casa número uno de la calle de la Ribera.
Moguer está llena de azulejos que recuerdan la constante presencia del pueblo, de sus calles, de sus gentes, de sus flores, de sus atardeceres y amaneceres, de su cielo azul, en la obra del poeta.
Este bello pueblo de caserío encalado, a orillas del río Tinto, perteneciente a la Comarca Metropolitana de Huelva, en la denominada Tierra Llana de la provincia de Huelva, parece haber subido a una colina, para que el río Tinto no contamine su inmaculada blancura, su meticulosa pulcritud. Se encuentra a tan solo 7 kilómetros de Palos de la Frontera, muy cerca de Lucena del Puerto y a unos 18 kilómetros de Huelva capital.
En las imágenes se empieza apreciar el espacio que limita su núcleo urbano por el lado norte, el terreno marismeño que va creando el río Tinto, ya muy cerca de su desembocadura. Estas marismas están ocupadas por suelos de arcillas salobres y limos, en los que se desarrollan una vegetación halófila, y que se inundan con la pleamar, formando una red de canales y caños o esteros.
Y es a orillas del Tinto donde se situaba el Muelle de la Ribera, el antiguo puerto de Moguer, que aunque hoy no lo parezca, tuvo una gran importancia y tráfico internacional. Desde el siglo XV, el puerto contaba con un muelle de atraque para carga y descarga de mercancías, calzada, astilleros y una alota. Su importancia histórica (como Lugar Colombino) se debe también a que en sus astilleros se construyó la Carabela “la Niña”, de los hermanos Niño (Francisco, Pedro Alonso, Juan y Cristóbal), de ahí su nombre, aunque inicialmente se denominó “Santa Clara”, en honor a la advocación titular del monasterio moguereño del mismo nombre.
La gran actividad marinera explica la participación de Moguer y su puerto en el Descubrimiento de América, aportando hasta un tercio de la tripulación.
La evolución de su casco urbano va en consonancia con su recorrido histórico, económico, cultural, social, etc.
Los hispanos-romanos fundaron la villa “Urium” en torno a la torre de defensa construida en el casco urbano actual. Con la llegada de los musulmanes la villa pasó a ser la alquería de “Mogauar” o “Mogur”, que significa “Cueva”, perteneciente al reino de taifa de Niebla.
En las imágenes se puede apreciar todo el entramado urbano que conforma su núcleo de población, que alberga más de 18.000 moguereños (unos 21.500 en todo su término municipal). En líneas generales el espacio urbano de Moguer, formado en torno al castillo almohade, con un espacioso aljibe, responde a las características y el desarrollo de un núcleo urbano radial. La plaza pública es el centro donde confluyen todas las calles, aunque existen otros puntos nucleares como la parroquia, el monasterio de Santa Clara y el convento de San Francisco, con sus respectivas plazas. Viviendas de carácter culto y popular y de bodegas de diverso porte, colaboran a que la trama urbana vaya consiguiendo sus señas de identidad.
En medio de este blanco entramado resalta la Iglesia de Nuestra Señora de la Granada, situada en la Plaza de Nuestra Señora de Montemayor, con su impresionante torre, y como diría Juan Ramón : “la torre de Moguer de cerca, parece una Giralda vista de lejos”.
El paisaje externo de Moguer ha cambiado en los últimos años. Un mar de plásticos, repartidos por toda la geografía moguereña, simboliza el giro en la economía de esta localidad: el cultivo del fresón y de otros frutos rojos junto al turismo (complejo turístico de Mazagón) han desplazado en la economía al comercio y al mundo del vino.
Moguer tiene gran vida, mucha belleza y más arte. No queríamos despedirnos de este hermoso lugar sin tomarnos un vino naranja o un vermut de la bodega Sáenz.
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