SINFONÍA HAFFNER
Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam
Dir. Nicolaus Harnoncourt
1. Allegro con spirito 0:00
2. Andante 5:55
3. Minueto 15:05
4. Finale: Presto 18:28
Serenata-Sinfonía «Haffner» en re mayor, kv 385
Es una obra pasablemente híbrida, porque el primer movimiento, tanto por escritura como por espíritu, no cuadra con el resto. Ese allegro (que lleva la rúbrica con spirito) está animado por una fogosidad que no sólo rompe con el estilo normal de una serenata, sino que asombra incluso en el orden sinfónico, por relación a lo que Mozart había escrito hasta entonces. Por lo demás, el compositor indica que hay que tocar ese movimiento «con fuego» (feurig).
Ahora bien, como resulta que en la correspondencia entre padre e hijo tenemos numerosas informaciones sobre las circunstancias del nacimiento de esa sinfonía, varios comentaristas se han lanzado sobre la pequeña historia para explicar, mediante la anécdota, el sentido de esta obra: sería una violenta manifestación de cólera, una diatriba de venganza contra Salzburgo en general y contra Colloredo en particular.
Recordemos de forma sucinta los hechos. A mediados de julio de 1782 Leopoldo pide a su hijo una sinfonía para realzar el brillo de las fiestas que celebran el ennoblecimiento del burgomaestre (alcalde) Haffner. El intercambio de cartas prueba que Wolfgang cumple a regañadientes la tarea: no dispone de tiempo, porque tiene encima de la mesa muchas cosas. De cualquier manera se consagra a la obra, pero no envía los movimientos más que a cuentagotas. La ceremonia debía tener lugar el 29 de julio; y en esa fecha sólo ha mandado el allegro inicial; el 31 Mozart promete enviar en seguida el resto. El 7 de agosto, está hecho (mientras tanto Mozart se ha casado el 4 de agosto). Es, por tanto, un hecho que Mozart no compuso de buena gana ese encargo impuesto por su padre. ¿Por qué emanaba de Salzburgo y porque Mozart pensaba que el arzobispo asistiría a la ceremonia? De este modo se explicaría la vehemencia del primer movimiento, que algunos toman como una manifestación de agresividad. Incluso Saint-Foix ofrece una exégesis de este tipo: «Es cierto que, sobrecargado de trabajo hasta el punto en que lo estaba en julio de 1782, el encargo salzburgués debió causarle, a pesar de toda la benevolencia natural de Mozart, una especie de exasperación. Y es cierto que un sentimiento de nerviosismo, bastante cercano incluso a la cólera, se traduce para nosotros en el sorprendente primer allegro de esta serenata-sinfonía» (III, pág 310)*.
Por nuestra parte, digámoslo una vez más, tales «explicaciones» extramusicales nada explican. Que Mozart se haya hecho tirar de las orejas y que incluso, haya sentido irritación por verse obligado a componer una obra destinada a Salzburgo es una cosa. Pero que haya tomado esa irritación como objeto de su inspiración otra muy distinta. Es en el orden musical el único que interesaba a Mozart desde el momento en que había consentido escribir un fragmento donde buscaremos la razón de la tensión que reina en el inicio de esta sinfonía. Seguiremos en esto el ejemplo de Saint-Foix, que, algunas líneas después del pasaje que acabamos de citar, pone las cosas en su punto de una vez por todas:
«En este allegro, que “debe ser tocado con mucho fuego”, percibimos con toda nitidez que en el alma de Mozart está ocurriendo un drama al contacto de Bach y Haendel. De ese arte más grandioso o más abstracto ha surgido para él, con toda seguridad, un ideal nuevo, todo lleno de audacia, pero que, en sus manifestaciones primeras, no está exento de dureza temática y armónica. Antes nunca se hubiera permitido lo que se atreve a decir aquí: se da perfectamente cuenta de la exageración de su audacia que, desde el andante, encontrará el tono normal de la serenata de Salzburgo, con sus gracias y su encanto suavizado» (III, pág. 310).
Para liquidar de una vez por todas este asunto de la reacción de Mozart hacia Salzburgo, añadiremos lo siguiente: que nos parece que sigue estando dentro de la verosimilitud psicológica. Hemos dicho que Mozart no quiere asustar al menos en un tiempo inmediato al gran público de Viena. Por el contrario, con el público de Salzburgo no tiene miramiento alguno. Enviar esa partitura es un poco como decir: «¡Ah!, ¿quieren música mía? Pues ahí va una que no se esperan. Así sabrán de lo que soy capaz cuando soy libre…» Se divierte, en suma, tomándolos por cobayas. Por lo que se refiere a la reacción de Leopoldo (se han perdido algunas cartas de ese periodo) debió felicitar a su hijo, puesto que éste le escribe el 24 de agosto: «Me alegro mucho que la sinfonía haya sido de vuestro gusto.» Pero la reacción más sorprendente es la del propio Mozart. Piensa presentar esa obra al público vienés (lo hará el 23 de marzo), y pide a su padre que le envíe la partitura: ahora bien, cuando la recibe, exclama: «¡Mi nueva sinfonía Haffner me ha sorprendido! No me acordaba de ninguna nota. Debe causar un buen efecto…» (15 de febrero de 1783).
Негізгі бет Музыка MOZART Sinfonía No. 35 «Haffner» kv 385 (Harnoncourt)
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