MADRE
Sí que fuimos de una generación diferente. Aún me parece sentir sus manitas sobre mi cabeza, acariciándola. Aún percibo sus alegrías cuando le llevaba algunos diplomas del colegio. Aún percibo su alegría indescriptible cuando me gradué; fue la mujer más feliz del mundo, no lo duden. Aún siento sus palabras la primera vez que dejaba el hogar por el trabajo. Aún saboreo esas ricas empanadas con carne y aceituna que me sabía preparar, o esos deliciosos pasteles de manzana que los hacía en un santiamén. Ni qué decir de esas ensaladas tan simples de tomate y queso y algo más que sabía que me gustaban tanto… y para qué les cuento de la “fritanguita” que me invitaba cada vez que la acompaña al mercado de Ciudad y Campo; eran platitos muy pequeñitos pero los devoraba como si fueran un manjar. También nos hacía queques, tortas, preparaba picarones, mazamorra morada, arroz con leche, pero con leche de verdad… ¿Qué más? Ella preparaba el auténtico café pasado. Tenía su batán, tostaba el café de la selva, y luego lo molía con su piedra en el famoso batán. Luego tenía un aparatito de metal, que hasta ahora existen, y allí lo pasaba gota a gota. Era sencillamente delicioso probarlo. Mi papá lo tomaba sin azúcar… él decía “el verdadero café se toma sin azúcar, con azúcar no es café.” ¿Quién sabe tenía razón? Nunca he probado otro café mejor que el que hacía mi mamá. Cuando preparaba sopa, tenía que estar con una correa al lado, porque si no, no la tomaba (¡horror! Dirán las psicólogas… creo que poco o nada saben de la verdadera vida y solo están llevando al caos a la sociedad a la que dicen ilustrar).
¿Navidad? Inolvidables. Todo el año mi papá engordaba el pavo y el día de Navidad, previa copa de pisco, para el pavo, se procedía al sacrificio y luego a hornearlo. Era el banquete esperado del año. Pero previamente toda la familia íbamos a la iglesia (la Presbiteriana por un tiempo y luego, por siempre, la Bautista). En qué consistía la cena: tamales, chocolate, panetón con mantequilla y unas buenas lonjas de pavo con ensalada… y luego en unas cuantas horas… a la calle con mi hermano José… al Manzano.
El nombre de esta mujer es Mercedes Ríos Rojas, luego cuando se casó con Román García Flores, pasó a ser Mercedes Ríos de García… así, con ese nombre la conocí y con ese nombre la amé. Dieciocho días antes de que nazca Celeste, ella partió al encuentro de nuestro Dios y de Román, pero sé que la volveré a ver.
Cuando salía con mi hermano José a mataperrear, siempre nos esperaba para darnos de comer, no importa la hora que fuera… y sí que regresábamos tarde, pero nos esperaba.
Sé que alguna vez, en sus pocos momentos libres, me acunó en sus brazos. ¡Cómo tener momentos libres con más de diez hijos! ¡Sí! Pero me acunó… ¡Qué bacán!
Pero qué bien nos crió, lo hizo muy bien ¿No les parece?
Además se dio el lujo de criar nietos, primos, primas, etc…. y también lo hizo muy bien.
Esa era Mishita, como cariñosamente la llamaba mi papá. Y sus hijos: Carmen, Isabel, César, Román, Mariana, Mariana, José, Manuel, Roberto, Manuel Francisco, Roberto, David y Guillermo. (No hay error en los nombres)… cada uno formó su familia desperdigada por el mundo entero… así es la vida, Abraham nos dio el ejemplo.
Ahora, pasado el tiempo, ya tengo mi propia familia, tengo mi esposa Mercedes Muñoz y dos maravillosos hijos, Rómel y Andrés y por supuesto está Celeste García Hahn, mi nieta. Esa es ni nueva familia. No tan numerosa como la de mis padres, pero esa es mi familia a quien amo; además Celeste y Andrés hacen por diez o más, no lo duden. También llegó a nuestra vida Karito, ella forma parte de nosotros.
Qué más puedo decir, solo feliz día mamás.
También mi recuerdo para Emma Irolina Ojeda de Muñoz, mamá de Meche. Ella también me supo cuidar cuando me enfermaba, me preparaba mi dieta, me preparaba mis platos preferidos.
Ella crió a Andrés y a Rómel y también se dio el lujo de cuidar a Celeste, aún tan enferma como estaba, la cuidaba y le cambiaba de pañales. ¡Sí! Cambió pañales a tres generaciones, todo un lujo y todo un récord.
Ella cuidó también a Jaimito hasta el último día de su vida, pero ella también se fue y sé que la volveremos a ver. Meche le decía “Tú engríes más a Roberto que a nosotras”… y era cierto, me engreía mucho,
Gracias Emmita.
Y También está mi cuñada Danitza, luchando día a día al lado de Martín y de sus cuatro retoños...
Y para que estas palabras tengan un colorarlo musical, qué mejor que con décimas peruanas de mi “decimista” preferido, el más grande que ha dado el Perú, don Nicomedes Santa Cruz
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NICOMEDES SANTA CRUZ
Qué grande fue Nicomedes Santa Cruz.
Негізгі бет Ойын-сауық Nicomedes Santa Cruz - Día la madre
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