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El personaje de nuestra historia es Josep Gallart Forgas (1838-1898), un vecino de La Bisbal d´Empordà que se fue a hacer las américas con éxito asegurado: iba para formarse con su tío Joan Forgas i Bayó 1810-1885, que se estaba haciendo de oro con el negocio del azúcar y una empresa naviera, la Sociedad Anónima de Navegación Transatlántica que ofrecía rutas hasta América Central y del Sur.
Esto sucedía aquí, en Ponce, Puerto Rico . Tío y sobrino se asociaron para gestionar su enorme finca “La Reparada” de unas 422 hectáreas hasta la muerte de su tío en Caldes d´Estrac (1885) quedando como único heredero.
El movimiento independentista portorriqueño estaba desestabilizando el tráfico comercial. Era multimillonario y no tenía necesidad de vivir una revolución. Dejó sus negocios americanos en manos de apoderados y él y su familia volvieron a Barcelona en 1885 tras visitar París y Londres.
Tras enviudar de Julia Dubocq Roux se había vuelto a casar en la iglesia de la Concepción de Barcelona (1888), con otra mujer de ascendencia catalana, Mercedes Folch Parellada (1860-1936).
Se instalaron en la Rambla de Cataluña número 10 en una casa encargada a un arquitecto y amigo de la familia, August Font Carreres (1894) que había sido maestro de Gaudí y máximo exponente de la arquitectura ecléctica catalana.
Buscaron una finca donde poder construir una torre de veraneo a la medida de su posicion social. Acudieron al riquísimo Jaume Marti-Codolar para que les vendieses su magnífica propiedad… pero éste no aceptó. Al final le compraron 30 hectáreas de viña por 21500 duros, Can Durán, en la Vall de Hebrón, junto al camino que subía a la ermita de Sant Cebrià.
Nuevamente solicitaron los servicios (1895) de August Font que, poco después, construirá para la Banca Marsans la plaza de toros Las Arenas (1900).
Los Gallart le habían rogado que no reparase en gastos. Font se inspiró en los chateaux franceses para levantar (1894-1896) un verdadero palacio de tres plantas y un semisótano con cuatro llamativas torres circulares cubiertas con puntas cónicas.
En su parte central del edificio situó una linterna y en su fachada, una estatua de terracota del escultor Josep Campeny (1858-1922) autor de algunas fuentes de Barcelona. La escultura es una alegoría sobre la hiedra, de ahí el sobre nombre de la propiedad: Palau de les Heures. ¡No le faltaba ni un detalle, todo a lo grande, tenía hasta capilla y laboratorio fotográfico!
¡Y qué decir de sus jardines diseñados por Adrià Piera en estilo renacentista!. Como el de los manantiales el Jardín de los Rosales… Tenía estanques como el lago de la Estrella, fuentes, esculturas, palmeras canarias y americanas, magnólias, acacias, naranjos amargos, olivos, castaños de Índias, cedros.
Pero Josep Gallart i Forgas casi no disfrutó de su mansión porque murió el 1 de julio de 1898, justo el día que Puerto Rico proclamó su independencia. Al frente del patrimonio familiar se puso su primogénito, Josep Gallart Folch (1895-1979).
En la mansión de verano la familia rivalizaba en fiestas con sus vecinos de la alta sociedad catalana, los marqueses de Alfarrás, que vivían en una mansión de aupa con jardines nunca vistos en la ciudad, incluido un antiguo laberinto…
… y la familia Marti-Codolar, con una finca espectacular con una magnífica colección de fieras que el ayuntamiento compró (1892) por 30.000 pesetas para abrir el Parque zoológico.
La guerra estalló cuando la familia estaba en la torre de verano… pero ese mismo julio de 1936, por seguridad, marcharon a Francia.
Can Gallart, como los barceloneses llamaban al palacio, fue incautado por la Generalitat y cedido como residencia para el presidente del gobierno Manuel Azaña, que rechazó la oferta.
El mismo propietario del palacio, Josep Gallart Folch sugirió al general Alfredo Kindelan, fundador del actual ejército del aire, que bombardease su palacio por las circunstancias del momento y la frondosa vegetación del entorno, se desestimó la idea.
Tras la entrada de las tropas franquistas, Gallart i Folch puso su palacio a disposición del nuevo alcalde Miquel Mateu i Pla.
Tras el conflicto, el primogénito, entonces directivo de la fábrica de coches Hispano-Suiza, rehabilitó el palacio. (1952). Quedó deshabitado hasta que lo adquirió la Diputación de Barcelona junto con 6 he más de terreno… pero la diputación tampoco le dio uso alguno a sus instalaciones. Gracias a la oposición vecinal se logró (1972) que se no se derruyese el palacio.
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