Reportaje televisivo sobre el rescate de dos montañeros en el Naranjo de Bulnes (Asturias) en 1970.
28 de Febrero de 1970, José Luís Arrabal en la cara Oeste.
Rescatado de la pared el día 21 de Febrero, falleció una semana más tarde, el día 28, en el Hospital General de Oviedo, debido a las secuelas físicas ocasionadas por haber soportado junto a su compañero, Gervasio Lastra las inclemencias meteorológicas varios días en una pequeña repisa de la pared Oeste, en los últimos largos de cuerda de la vía Rabadá-Navarro.
22.00 h. César Pérez de Tudela y Rivas, con los que habíamos hablado dos horas antes, trataban de elevar nuestra moral:
Mañana os sacamos. Dormid tranquilos.
Pero no había forma de pegar ojo. La incomodidad era terrible y además, una duda me asaltaba.
Enseguida reconozco a Joaquín Rodrigo Burillo, del Peñalara, como nosotros, compañero de Arrabal en muchas escaladas y que está colgado del cable.
No ha podido ni levantarse. Y al instante desciende Pancho (Pedro Pablo López). Atamos a José Luís al cable enganchado en un mosquetón, y Pablo me le sienta, amarrado al cacolet, en mi espalda. Así subimos los dos. Nada más llegar arriba, en volandas le llevamos a una cama que le hemos hecho con sacos de dormir y morrales, y el doctor Lorente intenta inyectarle suero, pero ve que apenas tiene pulso. Se la da suero glucosado por la boca, gota a gota, y le rodeamos cinco para darle calor. Tiene veinte pulsaciones. Uno, no recuerdo quién, se retira medio llorando: "Está muy mal". Arrabal sigue en la cama improvisada, Y de pronto, nos sorprende a todos diciendo:
-¿Cuántos días me darán de baja en la empresa?
2.00 h. --Ya están arriba Burrillo y José Luís. Me pongo el cacolet y soy izado solo hasta la cima. Enseguida me reconoce el doctor y ante el asombro de todos, dice que tengo las pulsaciones normales. Quedo un rato a la cabecera de José Luís y rápidamente me llevan a una tienda de campaña instalada a ciento cincuenta metros, donde voy a pasar la noche con otros cuatro. Me he quitado las botas y duermo bastante, pues por primera vez he podido tumbarme. Cuando despierto me duelen los pies. Tengo síntomas de congelación. Me dan masajes y consigo recuperarme. Casi no pienso en nada. Les he dado las gracias a todos varias veces y me vuelvo a quedar dormido.
SABADO, 21
7.00 h. Sale el sol. Todos se ponen en movimiento. No hay nada para desayunar, pero Pasquín y Alfonso hacen la primera pasada y nos arrojan un morral, que no se puede alcanzar y se despeña. El gran problema es sacar a José Luís de allí, y se decide que la única solución es el helicóptero. Lo comunican por radio y así se va a hacer. Es complicado y arriesgado, pero en el estado que se encuentra no se debe mover.
9.30 h. El helicóptero ha hecho una primera pasada, pero las turbulencias no le dejan realizar la operación. Viene la segunda. Arrojan una cuerda. Con el mosquetón se engancha a Arrabal, que, metido en el saco, totalmente tapado, no ve nada. El helicóptero está a unos ocho metros. Justo cuando se le acaba de atar, una corriente ascendente saca al helicóptero y con él a José Luís. Los catorce que estamos en la cumbre demostramos nuestro júbilo con vivas y hurras al piloto y a Fonsín.
10.00 h. Ya ha pasado el gran problema. Ahora vamos a descender nosotros. Yo me encuentro bien, pero todos están pendientes de mí. Han acondicionado el descenso de la mejor forma posible. Hay una cuerda fija de 200 metros y varias escalas. Tardamos unos noventa minutos en llegar a la Canal de la Celada, donde me recoge Pasquín y me deja en Arenas de Cabrales. Me abrazan mi hermano y mi cuñado, y casi a la fuerza me meten en otro helicóptero hasta el Hospital General.
Estoy deshidratado, pero nadie se ha acordado darme nada para beber.
Me hacen múltiples reconocimientos y análisis. Estoy bien. Pregunto por José Luís. "Tiene mal los pies", me dicen. Bebo mucho zumo y dos vasos de cerveza. Hablo con Ana, mi mujer, que está en Madrid.
--En Semana Santa vienes con nosotros a los Pirineos.
Y así será. Estamos preparando ya nuestra partida con varios miembros del GAM Peñalara, sin olvidarnos, por supuesto, de esa expedición que en diciembre proyectamos a los Andes. Un pico de la Patagonia va a ser bautizado con el nombre de José Luís Arrabal, excelente escalador y mejor amigo. Su abundante melena y su cuidada perilla figurarán siempre en la memoria de nuestras cordadas.
José Luís moriría una semana después, el 28 de Febrero, en el Hospital General de Oviedo a causa de una Neumonía Masiva Bilateral, ocasionada por haber soportado con su compañero Gervasio Lastra las inclemencias meteorológicas tan adversas durante varios días en la pared Oeste del Naranjo de Bulnes.
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Негізгі бет Rescate en el Picu Urriellu - Naranjo De Bulnes (parte 1)
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