Llamarte «torero» era un elogio a finales del siglo XX. Una virtud. El torero era ese héroe de capa y espada al que todo el mundo quería parecerse y también ver. La gente pedía anticipos de sueldo a las empresas e incluso vendía sus colchones para comprar una entrada y ver al Manolete de turno o al Belmonte de la tarde. Esto me lo contó mi abuelo, con quien me sentaba a ver las corridas de toros cuando Antena 3 o Telecinco emitían unas 50 corridas en temporada. Pero el torero ya no es el héroe sino el villano, ya no se le vitorea sino que se le ridiculiza. Y en este contexto llega el periodista Rubén Amón y publica el Fin de la Fiesta, un ensayo que puede parecer crepuscular, pero cuyo desenlace augura aún muchas tardes de gloria.
Hablamos con él: «Los toros representan el arte al que quieren aspirar todas las demás artes» | «A los toros llevaría a Tarantino o Scorsese o a quien es muy consciente de que la violencia expuesta no es la manera de fomentarla sino de evitarla»
Негізгі бет Rubén Amón: «Los toros son el escándalo perfecto para esta sociedad amanerada y cursi»
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