-𝗘𝘀𝘁𝗮 𝗡𝗼-𝗻𝗮𝘃𝗶𝗱𝗮𝗱, 𝗺𝗶 𝗿𝗲𝗰𝘂𝗲𝗿𝗱𝗼 𝗲𝗺𝗼𝗰𝗶𝗼𝗻𝗮𝗱𝗼 𝗲𝘀 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗹𝗼𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗲 𝗵𝗮𝗻 𝗶𝗱𝗼: 𝗽𝗼𝗿 𝗲𝗹𝗹𝗼𝘀, 𝘃𝗮𝗺𝗼𝘀 𝗮 𝗰𝘂𝗶𝗱𝗮𝗿 𝘆 𝗰𝘂𝗶𝗱𝗮𝗿𝗻𝗼𝘀
Los niños y niñas hacen fácil lo complejo, mientras los adultos tendemos a complicar lo sencillo. En esta línea, podríamos definir a los políticos como esos seres capaces de hacer difícil lo fácil; profesionales entrenados para encontrar un problema para cada solución. No me gusta generalizar -no todos los políticos son iguales-, pero en la gestión de la pandemia COVID, la insensatez alcanza ya a todos.
Un ministro de Sanidad irresponsable asiste a un evento del diario El Español con otras 150 autoridades irresponsables; y el irresponsable presidente Mañueco bendice que 300 curas y obispos ancianos (de alto riesgo y altamente irresponsables) se reúnan en la catedral de Burgos y otros 250 en la de León, por asunto de ninguna urgencia; y 10 000 irresponsables más se reúnen en un (prescindible e inoportuno) concierto de Raphael; pero la culpa de propagar el virus es de los adolescentes que hacen botellón.
Un sinfín de alcaldes, presidentas autonómicas, comerciantes y comunicadores propagan ese virus llamado “Hay que salvar la Navidad”, iluminan las calles ricas con dinero público y nos invitan al consumo desaforado, mientras cuestionan la mínima subida de un mínimo 0,9% del salario mínimo, apenas 8,55€.
En medio de este sindiós, el sentido común debería ayudarnos a poner algo de cordura.
En primer lugar, debemos “distinguir las voces de los ecos” como pedía el poeta; apagar el ruido mediático y ponernos a dieta informativa: un noticiario al día es más que suficiente. Hay muchos libros, películas, sinfonías y juegos maravillosos que leer, ver, escuchar y jugar, como para perder el tiempo con dos telediarios-basura y tres caca-tertulias.
En segundo lugar, estamos ante un nuevo desorden mundial producido por una pandemia súbita. La humanidad ha sufrido pestes, lepras, gripes, sidas, y otras pandemias letales; también guerras y hambrunas con millones de muertos; y la peor de las epidemias, la pobreza. El dolor y la muerte nos acompañan en la larga marcha. Nada nuevo: aceptación y serenidad. Debemos aprender a vivir con la incertidumbre.
Lo previsible es que el COVID mute, como hace cada invierno el virus de la gripe; que surjan otras enfermedades y plagas, por ejemplo, climáticas. Está pasando: comemos millones de microplásticos en la dieta diaria y respiramos aire tóxico. El agua y el oxígeno ya cotizan en el mercado de futuros.
Pero esta pandemia es una invitación a vivir el presente -Carpe diem-, a valorar lo mucho positivo que nos rodea, incluso en los trances dolorosos: familia, amigos y amigas, afectos, la naturaleza, la ciencia, la cultura, la música, el arte, la alegría, la belleza. Frente a la legión de profetas del apocalipsis y jeremías, que todo lo ven mal, es tiempo de celebrar que estamos vivos: cada minuto de felicidad compartida cuenta, cada sonrisa es un tesoro y cada beso una riqueza infinita.
Queridos amigos y amigas de EfeVerde: gracias un año más por el regalo de vuestro tiempo cada semana; esta Navidad -que no hay dios que la salve- solo os deseo una pizca de sentido común; menos profetas del miedo y más sonrisas. Esta No-navidad, mi recuerdo emocionado es para los que se han ido: por ellos, vamos a cuidar y cuidarnos. La primavera avanza.
Негізгі бет SALVAR LA VIDA, MEJOR QUE SALVAR LA NAVIDAD
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