Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, desarrolló la teoría del desarrollo psicosexual, la cual propone que la personalidad de una persona se desarrolla a través de una serie de etapas durante la infancia.
Estas etapas están centradas en diversas zonas erógenas del cuerpo y son fundamentales para la conformación del carácter y la psicología del individuo.
La primera etapa es la fase oral, que abarca desde el nacimiento hasta aproximadamente los 18 meses. Durante esta etapa, el placer se centra en la boca, y los bebés encuentran satisfacción en actividades como chupar y morder.
Freud consideraba que una fijación en esta etapa podría llevar a problemas de dependencia o comportamientos orales en la adultez, como fumar o morderse las uñas.
La segunda etapa es la fase anal, que ocurre entre los 18 meses y los tres años. En esta fase, la zona erógena se traslada al ano, y los niños obtienen placer al controlar la retención y expulsión de las heces.
Freud sugería que las experiencias durante el entrenamiento para el uso del baño podían influir en la personalidad, desarrollando características como el orden y el control o, por el contrario, la desorganización y la liberalidad.
La tercera etapa es la fase fálica, que se extiende desde los tres hasta los seis años. En este periodo, la atención se centra en los genitales, y los niños experimentan el complejo de Edipo o de Electra.
Según la teoría, los niños deben resolver estos complejos para evitar problemas en sus relaciones futuras.
La cuarta etapa es el periodo de latencia, que va desde los seis hasta la pubertad. Durante esta fase, los impulsos sexuales se calman y los niños se enfocan en el desarrollo intelectual, social y de habilidades.
Esta etapa es crucial para el desarrollo de la capacidad de socialización y el fortalecimiento del ego y los mecanismos de defensa.
La última etapa es la fase genital, que comienza en la pubertad y continúa a lo largo de la vida adulta. En esta fase, el interés sexual se orienta hacia otras personas y se busca establecer relaciones afectivas maduras.
El éxito en esta etapa se manifiesta en la capacidad de amar y trabajar productivamente.
Según Freud, los traumas o conflictos no resueltos en cualquiera de estas etapas pueden llevar a fijaciones y afectar el comportamiento adulto.
La teoría del desarrollo psicosexual de Freud, aunque controvertida, ha sido fundamental en la comprensión de la psicología y ha influido en múltiples áreas del pensamiento y la terapia psicológica.
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