Octubre de 1999. La categoría 87 de Newell's A (porque también estaba el B y C, con jugadores que solían tener un nivel más bajo) se enfrentaba a El Torito, un equipo de la ciudad que había accedido al triangular final de la Liga Rosarina de Fútbol. En una cancha de siete jugadores, llena de matas y barro, repleto de padres alrededor del alambrado que casi nunca dejan de gritar y con un árbitro que tiende a parar cualquier tipo de jugada que puede llegar a ser peligrosa, Messi se destaca por varias cosas. Es, por lejos, el jugador más bajo de la cancha. Tiene la 10, usa botines negros y medias altas. Tiene un corte de pelo "tacita", típico de la época. Cada tanto se lo corre de los ojos. Es el capitán del equipo. Pierde el sorteo, aunque no le presta mucha atención al árbitro. Ni siquiera mira cómo vuela la moneda para terminar de definir quién saca y quién elige arco.
Hay un compañero de Messi que llama la atención: el número 5, Lucas Scaglia. Como Messi, parece un jugador profesional en el cuerpo de un nene. Maneja a la perfección los relevos, anticipa a los rivales, tiene mucho criterio para distribuir, casi nunca corre de más. Y es el que más busca al 10. Scaglia, que jugó al fútbol profesional pero en equipos menores, sigue siendo uno de los mejores amigos de la Pulga. Que Leo haya terminado siendo Messi y Scaglia un jugador más bien ignoto de una liga paralela de la MLS parece una enseñanza futbolera que repiten muchos entrenadores de inferiores: ser un crack a los 12 años no es lo mismo que serlo a los 20.
Se nota. Entrenado por Enrique Domínguez, papá de Sebastián, actual jugador de Estudiantes, Newell's es un equipo que sabe a lo que juega. Pese a que la cancha está muy mala, siempre intenta mantener la pelota por abajo, es muy ordenado tácticamente (en el arco, Juan Cruz Leguizamón suele jugar unos pasos más adelantado; en el fondo, Bruno Milanesio, Mariano Miró y Correa son prolijos; Scaglia se reparte la mitad de la cancha para él solo y Messi juega un poco más atrás de Jiménez, un delantero gigante que cada tanto le baja alguna pelota).
El primer tiempo es un golpe duro para Newell's. Torito sorprende y se pone en ventaja por 2 a 0. Messi no participa demasiado, en un partido más bien trabado y con pocas situaciones. En el complemento, llega el show. Una de las primeras jugadas de la segunda parte lo dice todo: agarra la pelota en el círculo central. Se frena. Se hamaca para un lado, para el otro, y arranca. Deja clavado a su rival que, indignado, lo toma de la camiseta. No protesta. Sólo quiere jugar. Poco después, llega una triple pared que deriva en un zurdazo y gol. Messi festeja con el banco. Hace señas, levanta los brazos. Se acerca a buscar la pelota que el arquero esconde como para no sacar rápido desde la mitad de la cancha.
A diferencia de algunos equipos que integró en el profesionalismo, los compañeros se muestran convencidos de que mientras más veces tenga la pelota Messi, más oportunidades van a tener de que les vaya bien. Lo buscan siempre. Los rivales parecen conocerlo. Lo persiguen, le respiran en la nuca, intentan no dejarlo libre. Y él ya parece acostumbrado a ser la descarga de todos, por un lado, y la permamente preocupación de los que lo tienen que marcar, por el otro.
Messi se saca a un jugador de encima, descarga a la derecha antes de que lo choquen, su compañero tira un centro y uno de los delanteros otro gigante que entró en el complemento hace el gol. Poco después, otra jugada del 10 vuelve a transformarse en festejo. 3-2. Leo, que ahora le hace señas a los papás que celebran con euforia, agarra de la camiseta a su compañero, que corre, festeja y grita su gol. Newell's gana y, ahora, los ritmos son diferentes. "Tranquilo", le dice Messi a un compañero que está a punto de hacer un lateral.
Pitazo final. Algunos jugadores saludan al árbitro y a los rivales. Messi se va para otro lado: termina en el medio de un grupo que ya festeja. Se abrazan, hacen una ronda. Lucen felices porque dieron vuelta un partido complicado, porque jugaron bien. Saltan, y gritan: "¡Oy oy oy oy, oy oy oy oy, es el glorioso Newell's Old Boys!".
Негізгі бет Спорт Un partido completo de Messi a los 12 años: así jugaba de chico en las inferiores de Newell's
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