A LA INTEMPERIE
En el jardín, que se ha vuelto montañoso, rocoso,
unos parásito se habían incrustado en el tronco de un árbol
parado a medias, a medias volteado.
Me trepé a él, para ver:
a la distancia parecía
aserrín de una muñeca de trapo, pero ahora
era un hueco, una charca.
Dentro, un cuerpo humano,
no un cadáver flotando,
un cuerpo desnudo, andrógino, sin edad,
sumergido y con vida.
Primero sentí que debía salvarlo,
arrastrarlo hacia fuera y buscar la ayuda
de mis compañeros de casa.
Luego supe que ése era su lugar,
un ser que respiraba bajo el agua.
De repente aparecieron ciervos
del tamaño de venados, con tan poca timidez
que no se inmutaban cuando los tocaba,
cortaban mi paso, invadían.
Otros animales caminaban o merodeaban
como si siempre hubieran vivido aquí.
Levemente apurado los entreví delante
de todas las panorámicas, los espacios vacíos,
claros en la tierra o el cielo
colmados, oscurecidos
con una ola de partículas pardas
espesadas, como aserrín
de madera empapada, podrida,
que tan rápido se elevó
que no hubo más tiempo para distinguir,
para diferenciar lo manso de lo salvaje, lo cercano de lo lejano,
lo conocido de lo desconocido.
MICHAEL HAMBURGER
(La Vida y el Arte. Antología Poética. Selección, prólogo y traducción de Matías Serra Bradford. Editorial Lumen. Barcelona, España. Mayo de 2013).
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